Una de esas personas, hoy escribo para ti H

 ¿No te ha pasado que encuentras a alguien que es perfecto en todos los sentidos, para ti? ¿Que a pesar del poco tiempo conociéndose pueden llegar a sentir una gran conexión?  Pues H es esa persona para mi. 

Creo firmemente en que las cosas suceden por algo, y creo que ese «algo» me llevo a esa viaje de locos, en el que el padre de mi amiga le gritaba al chófer del autobús, en el que duramos horas en la carretera y creíamos nunca llegar. Pero lo hicimos.

Llegamos por la tarde cuando el sol estaba en lo mas alto y parecía que el calor nos consumiría. El padre de mi amiga, nos hizo recorrer todo el pueblo buscando un banco, por el que pasamos horas ¿Después de un largo viaje quien llega a un banco? Definitivamente nunca entenderé a esa señor. Esta un poco loco, enserio. 

«Parecía que nunca íbamos a llegar» es lo que dijimos al mismo tiempo mi amiga y yo cuando por fin nos encontrábamos frente a la casa de su tía. Su tía era una mezcla de dulzura ardiente, o bueno eso es lo que yo pensaba.  Esa señora podía ser tan dulce en un momento y tan estrictamente severa en otro, creo que viene de familia pero la señora me cae mejor que el padre de mi amiga. Y por supuesto H. 

Él llego por la noche, con un uniforme militar que le quedaba perfecto. Llego con una gran energía, alzando sus brazos para abrazar a su prima que no veía desde hace un largo tiempo. Luego fue mi turno, me sonrió y tomo mi mano ¿Quien iba a pensar que ese chico tan sencillo haría que mis ideas cambiaran en un par de horas? 

Por la noche 4 adolescentes (se nos había sumado un amigo de H) con ganas de salir a divertirse desafiaron todo pronóstico. Desafiamos a la dulce tía, al padre loco de mi amiga y a la madre de H. Fue una noche espectacular llena de dulces sueños y aventuras de adolescentes, una de mis mejores noches sin duda.

Y seria mejor.

Justo como una historia sucedió, llegamos de madrugada y los adultos nos esperaban en la entrada de la casa, con miradas acusadoras y enfurecidas. Nos sonreímos cómplices y nos guardamos nuestras risas,  había valido la pena. Recuerdo que antes de entrar mire hacia el cielo, dando gracias a ese «algo» por una noche tan mágica, las estrellas estaban maravillosas aquella noche. Y no era la única que lo pensaba. 

 Estábamos todos juntos, riendo de lo que había sucedido, de la noche tan mágica. En medio de tantas risas fuimos cerrando nuestros ojos, o al menos lo consiguió mi amiga. Justo antes de entrar en los brazos de morfeo, alguien tomó mi mano suavemente, fue H.

Un poco arrastras me levantó y me llevo hacia al patio trasero, temerosa de que alguien nos viera seguía preguntándole en susurros que pretendía pero no me hacia caso, solo seguía halando de mi. Lo que dijo fue: Antes de entrar a la casa estabas observando las estrellas, te enseño lo majestuoso que es desde aquí. Y en efecto, era majestuoso. Estaba maravillada. Me sentía como en el borde de un acantilado, era inexplicable. Recuerdo haber tenido miedo de cerrar por un instantes los ojos, creí que se iría, o solo era un sueño. 

Vengo aquí por las noches a relajarme un poco ¿increíble verdad?. Claro que lo era. Un momento después nos en contrabatamos sumergidos en el cielo basto, con la luz de la luna únicamente iluminándonos y las estrellas acompañándonos. Hablamos de nuestras vidas, nuestras dificultades. Fue extraño, pero podía hablar con el de cualquier cosa, me transmitía calma, una calma que no sentía desde niña. 

Sin haberlo previsto, el amanecer estaba llegando y con ello el padre de mi amiga, si lo se, el Sr arruina momentos. Fue tan divertido escondernos de él, seguía maldiciendo, pero realmente estaba contenta de que al Sr se le olvidaran sus pastillas para dormir. 

No había escapatoria, tendríamos que salir. Salir y correr por la calle para escapar del Sr, fue como una película. Caminamos por un rato, en linea recta, observábamos el amanecer y un caballo. Si, un caballo blanco. una persona aventurera me llevo a acariciar el caballo, bueno yegua a la que llamamos Blanca. El dueño prometió que la próxima vez podría montarlo, en realidad fueron tantas suplicas de H que el dueño accedió, pero fingí no darme cuenta. 

Sin darnos cuenta ya era hora de regresar. En el camino de linea recta, nos mantuvimos en silencio, tomamos nuestras manos y fue suficiente para sentirme plena, para sentirme feliz. 

Volví a mirar al cielo, esta vez con el sol en lo alto y de nuevo dí las gracias a ese «algo» por dejarme conocer a una persona maravillosa, por dejarme pasar un momento tan maravillosamente magico. Por conocer a H. 

Y aunque una locura, también doy gracias a el padre mi amiga sin él esta aventura nunca habría tenido lugar. 

 

 

 

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